Hoy rescatamos un extracto de una entrevista con el doctor David B. Samadi, jefe de cirugía robótica del Hospital Lennox Hill de Nueva York. Nacido en Irán y formado en Francia y EE UU, antes de incorporarse a dicho hospital trabajó en otros prestigiosos centros estadounidenses, como el Monte Sinaí o el Sloan Kettering. Samadi revolucionó el tratamiento de cáncer de próstata con la introducción de la robótica. Fue el primero en usar el Sistema Quirúrgico Da Vinci en este tipo de operación. Para ello desarrolló una técnica propia, bautizada como Smart.

El éxito cosechado por el doctor David B. Samadi reside en haber recortado significativamente la incidencia de estos efectos secundarios. “Nuestros pacientes conservan intactas en el 80% de los casos sus funciones sexuales, y el 96% de ellos no sufre de incontinencia. Estamos muy contentos, son unos logros extraordinarios”.

“Hay diversos modos de tratar el cáncer de próstata: cirugía, radiación, láser… Yo recomiendo la cirugía, y no porque sea cirujano”, apunta sin esconder una sonrisa. “La ventaja de nuestro método es que retira la próstata entera, por lo que de ese modo sabemos exactamente cuál es su estado y qué tipo de cáncer se tiene”, explica el doctor Samadi. “Tras la cirugía hace falta seguir haciendo pruebas. Y si el cáncer vuelve, cosa que ocurre entre el 5% y 10% de las veces, se puede recurrir a la radiación. Pero no sucede lo mismo a la inversa: si se ha sometido al paciente a radiación luego no se puede apostar por la cirugía”.

La revolución del método de Samadi está en la extrema exactitud en la intervención que aporta la robótica. Los nervios responsables de la función sexual rodean la próstata, junto a la vejiga. La mayoría de los cirujanos, explica, lo que hacen es apartar ligeramente esos nervios para poder extirpar la próstata. “Ese contacto, por ligero que sea, deja de por sí secuelas, ya sean de mayor o menor grado. Yo lo que hago es atacar directamente la próstata, dejando intacto el resto”. Para eso hace falta una precisión más que milimétrica.

“La cuestión no es tener el aparato, sino si se usa correctamente o no. La experiencia es básica, lleva varios años dominar la técnica. De hecho, una de las razones por las que recibo pacientes de todo el mundo es que llevo a cabo personalmente todas las fases del proceso. Eso no pasa en muchos sitios”, asegura.

Científicos europeos y estadounidenses no se ponen de acuerdo sobre la edad a la que se debería empezar a revisar la próstata. Samadi recomienda hacer una primera inspección a los 40 años y, si todo va bien, volver a probar cada cinco. A partir de los 55 toca pasar a las revisiones anuales. “Uno de nuestros desafíos es involucrar a las mujeres en la detección de este cáncer. Hay que lograr que colaboren, enviando a sus maridos a hacerse la revisión. Ellas son muy proactivas, toman el 70% de las decisiones que tienen que ver con la salud”, asegura. La iniciativa hasta tiene un hashtag:#Samadichallenge.